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La historia del retail –de la venta al por menor de bienes de consumo- se remonta a fines del año 1800. Es la época en la que comienzan a aparecer en Europa las primeras tiendas por departamento. Entonces más que satisfacer necesidades, las tiendas eran grandes recintos ambientados en algo más parecido a un palacio donde se lucían sus productos. No fue sino hasta varios años después que la influencia norteamericana en los supermercados redireccionó esta industria, y se orientó en ofrecer de manera cómoda y oportuna productos al cliente final, tal como lo conocemos hoy en día.
Haciendo historia, Chile siguió la senda de Europa, construyendo edificios especiales para el retail. Algunos de ellos tan hermosos, que se convirtieron en Monumento Nacional, como el Edificio Edwards, ubicado en Estado esquina Merced.
Los primeros pasos del retail en Chile se dieron en 1910 cuando se inaugura la primera tienda por departamentos en el país. Se trató de la cadena anglo- argentina Gath y Chávez, que en la esquina de Estado con Huérfanos ejerció un dominio absoluto sobre el gran comercio de la capital, tanto por la envergadura y la elegancia de su edificio, como por su oferta de productos de primer nivel.
Años después y ante la desaparición de Gath y Chávez surgieron nuevos retailers tales como Almacenes París, Falabella, Casa Versailles, Guendelman, Corona, La Mendocina y La Polar, que tuvieron –y tienen- la particularidad de contar con una identidad enfocada en la clase media, propia de una era de mayor acceso al consumo, de movilidad social y apertura económica de la economía chilena.
Con estas nuevas cadenas la necesidad de emular un palacio europeo y de ofrecer productos de lujo y elegantes desaparece y se comienza a atender las necesidades de nuevos grupos sociales con un creciente poder adquisitivo. Chile entra de esta forma en la era de los electrodomésticos, las cocinas modulares, el mobiliario sueco y otras novedades para el ciudadano de la época. De este periodo son protagonistas Din, Radar, Lampiluz y Abastible, hoy ABC.
Durante la década del 70 la propuesta rupurista aterriza en el país: aparecen los primeros hipermercados según el modelo precursor mundial. Primero Carrefour y en los 80 los centros comerciales. Un solo espacio donde el consumidor accede a bienes de primera necesidad, pero también a servicios, restaurantes y esparcimiento, todo al alcance de la mano.
La compra de primera necesidad y suntuarios se concentra en un solo espacio, al que se suman servicios de esparcimiento y restaurantes.
La apertura comercial de Chile y el desarrollo de la economía del país acarreó la adopción de otro modelo también de origen europeo: los créditos de consumo.
Hacia fines del siglo XIX, un financista galo desarrolló un sistema similar al del leasing moderno con el cual llegó a tener más de 3 millones de clientes. En Chile, el despegue de este tipo de créditos se gestó con la expansión de las grandes tiendas, a comienzos de la década de los 80, cuando Almacenes Paris, Falabella y Ripley formaron respectivas empresas para administrar sistemas crediticios y permitir acceso a sus productos con tarjetas de crédito.
La primera tarjeta del retail en Chile fue la de Paris. Le siguieron Falabella y todos los actores del sistema.
Durante toda su historia, el desarrollo del mercado de créditos de consumo del retail ha contribuido, no sólo a diversificar las fuentes de crédito en los mercados financieros, sino también a profundizarlo sustantivamente. Esta transformación ha permitido a familias de menores ingresos el acceso expedito a bienes durables, que permiten una mejor calidad de vida.
Hoy todas las empresas de retail cuentan no sólo con una oferta de créditos de consumo, sino con áreas dedicadas a proponerle las mejores ofertas a sus clientes y con la meta de seguir democratizando el consumo y el acceso a capital, principalmente a través de sus tarjetas.
No usar la tarjeta solo en el comercio emisor parecía una propuesta muy futurista. La industria de emisores de medios de pago no bancarios inició su operación a través de un modelo de tarjeta cerrada disponibles para pagar únicamente en los establecimientos que las emitían. Pero, gradualmente, bajo la lógica de una apertura controlada, las tarjetas del retail comenzaron a utilizarse en otros comercios distintos al principal, para terminar usándose en toda la red de comercio establecido a nivel nacional e internacional.
La evolución que experimentaron estos medios de pago de un sistema cerrado a uno abierto, respondió a la visión que tuvieron las empresas del retail sobre el desarrollo económico del país y las perspectivas de mayor ingreso per cápita de los chilenos. Esta situación exigiría medios de pago más robustos, con mayores aplicaciones y capaces de competir globalmente.
Actualmente tal como explica el estudio “Evolución de los Medios de Pago en Chile” del Banco Central, los avances tecnológicos y el desarrollo de los nuevos instrumentos de pago han generado una sustitución de instrumentos tradicionales, como el efectivo y los cheques, por aquellos electrónicos, tanto en Chile como en el resto del mundo. Esta sustitución se atribuye a las características de mayor seguridad y comodidad que poseen estos últimos.
En comparación con economías desarrolladas, Chile aún presenta un bajo uso de las tarjetas de débito, crédito y trasferencias de fondos. Sin embargo, si se coteja con economías latinoamericanas, se ubica en la parte alta de la distribución, destacando el uso de las tarjetas de débito que se intensifica con la aparición de la “CuentaRut”.
El retail financiero ha dado acceso al mercado formal del crédito a sectores históricamente excluidos por el segmento tradicional. Además, la industria ha masificado la oferta del crédito de consumo a nivel nacional, llegando a todas las regiones del país y permitiendo democratizar el acceso a bienes y capital para miles de familias chilenas.
A comienzos de los ´90 el retail financiero se transformó en el principal competidor de la banca en créditos de consumo. Nuestra industria está compuesta por empresas de distintos tamaños, lo que contribuye a un mercado altamente competitivo y, por esta vía, a la oferta de una amplia gama de productos y servicios a los consumidores.
El modelo de retail chileno ha sido pionero en todo Latinoamérica. Compañías del país han expandido su modelo de tiendas y de financiamiento por toda la región e importando todo el modelo de desarrollo al más alto nivel: Colombia, Perú, Argentina y Brasil, por mencionar algunos, han seguido la pauta que nació en nuestro país.